miércoles, 27 de mayo de 2009

La Sociedad del Conocimiento

La noción de sociedad del conocimiento fue utilizada por primera vez en 1969 por un autor austríaco de literatura relacionada con el "management" o gestión, llamado Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin Mansel o Nico Stehr.

Las sociedades de la información surgen con el uso e innovaciones intensivas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, donde el incremento en la transferencia de información, modificó en muchos sentidos la forma en que se desarrollan muchas actividades en la sociedad moderna. Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento, ya que la información es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en sí, el conocimiento obedece a aquellos elementos que pueden ser comprendidos por cualquier mente humana razonable, mientras que la información son aquellos elementos que a la fecha obedecen principalmente a intereses comerciales, retrasando lo que para muchos en un futuro será la sociedad del conocimiento.

Cabe destacar que la sociedad del conocimiento no es algo que exista actualmente, es más bien un ideal o una etapa evolutiva hacia la que se dirige la humanidad, una etapa posterior a la actual era de la información, y hacia la que se llegará por medio de las oportunidades que representan los medios y la humanización de las sociedades actuales. Mientras la información sólo siga siendo una masa de datos indiferenciados (hasta que todos los habitantes del mundo no gocen de una igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación para tratar la información disponible con discernimiento y espíritu crítico, analizarla, seleccionar sus distintos elementos e incorporar los que estimen más interesantes a una base de conocimientos), entonces seguiremos estando en una sociedad de la información, y no habremos evolucionado hacia lo que serán las sociedades del conocimiento.

Sociedad del conocimiento

La noción de “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.

La UNESCO, en particular, ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe[3]: “La sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de “sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.

Un matiz en este debate, que solo concierne a los idiomas latinos, es la distinción entre sociedad del “conocimiento” o del “saber” (ambos traducen el término inglés “knowledge society”). La noción de “saberes” implica certezas más precisas o prácticas, mientras que conocimiento abarca una comprensión más global o analítica. André Gorz considera que los conocimientos se refieren a “contenidos formalizados, objetivados, que no pueden, por definición, pertenecer a las personas... El saber está hecho de experiencias y de prácticas que se volvieron evidencias intuitivas y costumbres”[4]. Para Gorz, la “inteligencia” cubre toda la gama de capacidades que permite combinar saberes con conocimientos. Sugiere, entonces, que “knowledge society” se traduzca por “sociedad de la inteligencia”.

En todo caso, por lo general, en este contexto se utiliza indistintamente sociedad del conocimiento o del saber, si bien en español conocimiento parece ser más usual.

El Futurólogo Alvin Toffler

De obrero a futurólogo

Alvin Toffler se hizo conocido a partir de la publicación en 1970 de su ensayo El "shock" del futuro que se convertiría en un auténtico bestseller. A este libro le seguirá 10 años después, 1980, La tercera ola, desarrollo y profundización de sus tesis centrales, y 20 años más tarde ,1990, El cambio del poder. Estos tres ensayos configuran en opinión de Toffler una «trilogía» (9) que recoge lo central de su pensamiento. Después de su trilogía ha publicado --firmando esta vez con su esposa Heidi, quien ha sido siempre su estrecha colaboradora: Las guerras del futuro 1993 y Creating a new civilization 1995.

La preocupación por los temas sociales y el cambio nació desde muy joven en Toffler. Luego de concluidos sus estudios universitarios quiso hacer en compañía de su esposa Heidi una experiencia como obrero industrial durante cinco años. En aquella época se interesó en la política y asumió la ideología marxista.

Hablando de esos tiempos de su vida dice Toffler: «Finalmente, era un activista político. A finales de la década de los cuarenta, había viajado al Sur para luchar en pro de los derechos civiles. Había participado en manifestaciones y descubierto el marxismo, el cual contempla las fábricas como el centro exacto del universo. Por tanto, "el ir a la industria" también constituía una posibilidad de ayudar a organizar a los obreros. Todo esto resultaba embriagador».

Después de su experiencia como obrero, que califica como muy importante para su vida, Toffler se dedicó al periodismo. Fue corresponsal en la Casa Blanca, lo que le permitió tomar contacto con el alto mundo político norteamericano.

Entre las revistas en las que escribió se debe mencionar la publicación Fortune, de la que se convertiría en columnista de temas laborales. En 1961 dejará esta revista y se convertirá en colaborador libre de diversas publicaciones y, con el tiempo, en conferencista itinerante.

En 1964 publicó el ensayo Los consumidores de cultura, que, en sus propias palabras, «constituyó un análisis de la economía de las artes en Estados Unidos y un ataque al elitismo cultural».

El "shock" del futuro produjo un cambio radical en la vida de Toffler. El libro alcanzó un éxito de ventas inesperado que convirtió a su autor en toda una personalidad. Incluso se hizo una película, animada por el conocido actor inglés Orson Wells, a partir del ensayo.

Es interesante lo que dice el mismo Toffler sobre este libro: «El "shock" del futuro fue inspirado por mis primeras experiencias en Washington.

Como corresponsal, llegué a la conclusión de que los más importantes cambios sociales y tecnológicos estaban conmocionando a la sociedad norteamericana, pero que nuestro Gobierno se estaba echando atrás, que dedicaba escasa atención al futuro y que parecía incapaz de anticipar ni siquiera los cambios más fundamentales.

Los políticos raramente ven más allá de las próximas elecciones. Eso me hizo pensar acerca del tiempo y de los horizontes temporales, y, más generalmente, acerca de nuestro fracaso para hacer frente al cambio y al futuro, a nuestra incapacidad para darle abasto. Y no sólo el Gobierno, sino también la gente».

Para ese momento, según dice Toffler, habría dejado atrás, en lo fundamental, su adhesión al marxismo. En la actualidad se refiere a él como una expresión de la revolución industrial en total crisis y, como tal, anticuado, insuficiente e inadecuado para comprender el mundo de la alta tecnología, es decir el mundo del futuro. Sus criterios de juicio adquirirán curiosos matices y perspectivas propias. Su interés se centrará en el tema del futuro y el proceso de cambio por el que está pasando la humanidad.


Su trilogía: el proceso de cambio en tres actos

El tema central de la reflexión de Alvin Toffler es el cambio. Los tres ensayos que conforman lo que ha llamado su trilogía abordan desde diversas perspectivas este proceso que el autor considera muy profundo.

«El "shock" del futuro, afirma Toffler, contempla el proceso del cambio: la forma en que éste afecta a las personas y a las organizaciones. La tercera ola se centra en las orientaciones de ese cambio: adónde nos están llevando los cambios de hoy. El cambio del poder aborda el control de los cambios que han de sobrevenir: quién les dará forma, y cómo».

Su argumento central es que la humanidad se encuentra frente a un cambio social muy profundo. El ser humano tiene ante sí un futuro que se viene aceleradamente y para el cual ni sus instituciones, ni él mismo se encuentran suficientemente preparados.

En las páginas de El "shock" del futuro trata de explorar sistemáticamente los efectos de la aceleración del cambio que está afectando a la humanidad de finales del segundo milenio.

El problema principal sobre el que se detiene no es sólo el proceso de cambio en sí mismo, sino la aceleración de este cambio que lo hace desestructurante y de difícil asimilación para el ser humano.

Por eso se refiere a la llegada del futuro como un shock: «Este shock, afirma, es la desorientación vertiginosa producida por la llegada prematura del futuro. Y puede ser la enfermedad más grave del mañana». Ve este shock como una «nueva enfermedad psicológica, turbadora y virulenta». Los efectos del shock son múltiples y aquejan de diversas maneras la vida del ser humano. Toffler cree descubrir tres efectos principales que afectan seriamente al hombre: la transitoriedad, la novedad, y la diversidad. Su ensayo El "shock" del futuro está articulado principalmente a partir de estos tres elementos.

En La tercera ola Toffler se fija en las direcciones y consecuencias del proceso de cambio. La tesis central del ensayo es que la humanidad se encuentra ante una suerte de transición crítica hacia una nueva forma de civilización que, no obstante ser de incierto desenlace final, ofrece un potencial lleno de esperanza.

Llama a esta crisis la tercera ola en función de que ha habido antes otras crisis, otras olas en su lenguaje, que trajeron transformaciones profundas de la vida social.

La primera ola fue producida por el descubrimiento de la agricultura hace diez mil años y propició la revolución agrícola. La segunda ola se generó por la revolución industrial iniciada hace unos trescientos años.

Esta segunda ola habría entrado en una fase de crisis muy seria en el presente siglo, percibiéndose sus primeros síntomas, según Toffler, a mediados de la década de los cincuenta, cuando los obreros norteamericanos se vieron superados en número por los trabajadores del conocimiento y los servicios.

La tercera ola estaría siendo generada por el fracaso del industrialismo y por la aparición de la revolución tecnológica, Toffler habla de un salto "cualitativo" en el conocimiento. Las consecuencias de esta ola afectarán seriamente la vida de los seres humanos, en aspectos como lo económico, lo político, incluso la misma vida familiar. Se trata, según cree, de «la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización»; civilización que es «al mismo tiempo, altamente tecnológica y antiindustrial».

Es un proceso que tiene características revolucionarias, por la profundidad y radicalidad de los cambios en la vida del ser humano, y globalizantes, porque se difunde a nivel planetario. En palabras de Toffler «lo que ahora está sucediendo es, ni más ni menos, una auténtica revolución global, un salto cuántico en la Historia».

En el libro El cambio del poder aplica sus hipótesis sobre el proceso de cambio de la sociedad al control del poder y las tensiones que se generan alrededor del asunto.

En palabras suyas, este tercer ensayo de su trilogía «se centra en el papel, profundamente modificado, del conocimiento en relación con el poder. Presenta una nueva teoría del poder social, y examina los cambios que se avecinan en los negocios, la economía, la política y los asuntos mundiales».

A partir de sus hipótesis respecto de la llegada de la tercera ola, Toffler considera que estaría naciendo un nuevo sistema de poder que sustituiría al del pasado industrial. Esto traería una lucha por el poder «que se entablará en todas y cada una de las instituciones humanas», empezando por el mundo empresarial, los Estados, el mercado, los medios de comunicación, incluso la familia y la Iglesia. El punto central para él es quién tendrá el «control del conocimiento», pieza esencial de la civilización del futuro.

El Discurso


Discurso es una noción con muchos sentidos.

El discurso es el razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos que son: Tema o contenido del discurso, Orador y Auditorio.

Usos en diferentes materias

En el uso cotidiano un discurso es un mensaje: el acto verbal y oral de dirigirse a un público. Su principal función ha sido desde sus orígenes comunicar o exponer pero con el objetivo principal de persuadir.
También podemos decir que un discurso es un acto de habla, y por tanto consta de los elementos de todo acto de habla: en primer lugar, un acto locutivo o locucionario, es decir, el acto de decir un dicho (texto) con sentido y referencia; en segundo lugar, un acto ilocutivo o ilocucionario, o el conjunto de actos convencionalmente asociados al acto ilocutivo; finalmente, un acto perlocutivo o perlocucionario, o sea, los efectos en pensamientos, creencias, sentimientos o acciones del interlocutor (oyente).
En primer lugar, tenemos el contenido del discurso, el cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con términos familiares y concisos los cuales den la comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que se quiere decir sea entendidos por todos.

• En lingüística y en las ciencias sociales y cognitivas el discurso es una forma de lenguaje escrito (texto) o hablado (conversación en su contexto social, político o cultural).

• En la antropología y la etnografía se habla también de evento de comunicación.
• En la filosofía, por ejemplo con Foucault, un discurso es más bien un sistema de discursos, un sistema social de pensamiento o de ideas.

El Análisis del discurso es una 'trans-disciplina' que se desarrolló en los años 1960s en la antropología, la lingüística, la sociología, la filosofía, y la psicología, y después también en otras disciplinas, como la historia y el estudio de la comunicación.

Dado la multiplicidad de los enfoques, el discurso se puede definir como una estructura verbal, como un evento comunicativo cultural, una forma de interacción, un sentido, una representación mental, un signo, etc. Tanto el discurso hablado como el discurso escrito (texto) se considera hoy en día como una forma de interacción contextualmente situada.
Como estructura verbal, un discurso es una secuencia coherente de oraciones. La coherencia global se define por los temas o tópicos que se expresan por ejemplo en los titulares o los resúmenes del discurso.

Como interacción (conversación, diálogo) el discurso es una secuencia coherente de turnos y acciones de varios participantes, en que cada acto se lleva a cabo en relación con el anterior, y prepara el siguiente.

Aparte de sus estructuras secuenciales, los discursos tienen muchas otras estructuras en varios niveles, por ejemplo estructuras de la gramática (fonología, sintaxis, semántica), el estilo, las estructuras de la retórica (como metáforas, eufemismos), y las estructuras 'esquemáticas' que definen el formato global del discurso, como la argumentación, la narración, o el formato convencional de una noticia en la prensa.

De la perspectiva de la cognición, el discurso se describe como procesos y representaciones mentales, en que los usuarios de la lengua aplican palabra por palabra, oración por oración, estrategias de producción o de comprensión antes de almacenar fragmentos del discurso en la memoria. Porque los usuarios de la misma lengua y cultura comparten tantos conocimientos, el discurso es fundamentalmente 'incompleto'.

La aproximación etnográfica del discurso enfatiza la variación cultural de los discursos: Conversaciones, discursos políticos, negociaciones, cuentos, y muchos otros géneros tienen otras estructuras y estrategias en otras culturas.


Las partes del discurso

Son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio).

EXORDIO:

Busca hacer al auditorio benévolo, atento y dócil. Su función es señalizar que el discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u objetivo. Es necesario afectar modestia para capturar la simpatía del público y explotar su tendencia a identificarse con quien está en apuros o es débil.

EXPOSICIÓN O NARRACIÓN:
La narratio, desarrollo o exposición es la parte más extensa del discurso y cuenta los hechos necesarios para demostrar la conclusión que se persigue. Si el tema presenta subdivisiones, es preciso adoptar un orden conveniente (partitio o divisio). En la partitio tenemos que despojar al asunto de los elementos que no nos conviene mencionar y desarrollar y amplificar aquellos que sí nos convienen. Los recursos estilísticos que se suelen usar en la partitio son taxis, merismo, diéresis, diálisis, eutrepismo, prosapódosis, hipozeuxis y distributio.
Esta sección enseña al público los puntos fuertes que vamos a defender. Se persigue la brevedad (no aburrir al auditorio, no traspasar el umbral de atención del público y evitar la desproporción entre discurso y tema), la claridad (es imposible convencer al público si no se ha enterado de lo que se trata, aunque literariamente la oscuridad y ambigüedad puede ser un mérito) y la verosimilitud (ya dijo Aristóteles que es preferible lo falso verosímil a lo verdadero inverosímil). No hay que hacer increíbles unos hechos ciertos y el abogado que haga creíbles unos hechos falsos logrará que el jurado vote por su cliente. En este punto la ética no tiene nada que ver con la retórica. En el mundo literario, el principio de verosimilitud es importantísimo, ya en estética realista o fantástica. En la exposición se incluye una serie de circunstancias: quién (quis), qué (quid), cuándo (quando), cómo (quemadmodum), dónde (ubi), por qué (cur), con qué medios (quibus auxiliis). Hay que interrumpir la exposición con breves digresiones que impidan la monotonía aliviando la tensión del auditorio y actuando sobre él de forma complementaria.

ARGUMENTACIÓN:
Es la parte donde se aducen las pruebas que confirman la propia posición revelada en la tesis de la exposición (confirmatio o probatio) y se refutan las de la tesis que sostiene la parte contraria (refutatio o reprehensio), dos partes que Quintiliano considera independientes, de forma que para él el discurso forense tendría cinco. La confirmación exige el empleo de argumentos lógicos y de las figuras estilísticas del énfasis; los de la refutación serían por el contrario metástasis, contrarium, contradicciones, el progymnasma de la refutación. También es un lugar apropiado para el postulado o enunciado sin prueba, siempre que no debilite nuestra credibilidad, para lo cual hay que recurrir al postulado no veraz pero plausible (hipótesis), a fin de debilitar al adversario desorientando su credibilidad; lo mejor en ese caso es sugerirlo y no decirlo. Se recurre a una lógica retórica o dialéctica que no tiene gran cosa que ver con la lógica científica, pues su cometido no es hallar la verdad sino con-vencer. Se funda más en lo verosímil que en lo verdadero, de ahí su vinculación con la demagogia. Para los discursos monográficos enfocados a la persuasión, convienen las estructuras gradativas ascendentes. En el caso del discurso periodístico, la tendencia a abandonar al principio del lector recomienda el uso de la estructura opuesta: colocar lo más importante al principio. La retórica clásica recomienda para los discursos argumentativos monográficos el orden nestoriano, el 2,1,3: esto es, en primer lugar los argumentos medianamente fuertes, en segundo lugar los más flacos y débiles y en último lugar los más fuertes.

PERORACIÓN:

Es la parte destinada a inclinar la voluntad del oyente suscitando sus afectos, recurriendo a móviles éticos o pragmáticos y provocando su compasión (conquestio o conmiseratio) y su indignación (indignatio) para atraer la piedad del público y lograr su participación emotiva, mediante recursos estilísticos patéticos (accumulatio, anacefalaeosis, complexio, epanodos, epifonema, simperasma, sinatroísmo); incluye lugares de casos de fortuna: enfermedad, mala suerte, desgracias… Resume y sintetiza lo que fue desarrollado para facilitar el recuerdo de los puntos fuertes y lanzar la apelación a los afectos; es un buen lugar para lanzar un elemento nuevo, inesperado e interesante, el argumento-puñetazo que refuerce todos los demás creando en el que escucha una impresión final positiva y favorable.


El libro de los Mapas Mentales LA SINTESIS


El pensamiento creativo

Los cinco objetivos principales a la hora de elaborar un mapa mental que tenga como
origen un pensamiento creativo son:

1. Producción explosiva de ideas.

Comenzamos dibujando una imagen centrar (palabra clave). Ramificamos ideas, incluso las
absurdas, que por lo general dan lugar a las ideas más significativas de un mapa mental.
Lo importante es saber que el pensamiento creativo no es más que hacer las cosas tal y
como siempre las hemos venido haciendo, aunque quizás, prestando algo más de atención a
nuestros actos.

Genio... es la capacidad de ver diez cosas donde el hombre común ve una, y donde el
hombre de talento ve dos o tres, sumada a la facultad de registrar esa percepción múltiple
en el material de su arte.

(Cita: Ezra Pound)

2. Primera reconstrucción y revisión.

Dejamos que el cerebro descanse haciendo una breve pausa. A raíz del estudio de las ideas
aportadas en el primer mapa mental, comenzamos a elaborar un nuevo mapa en cual se
identifiquen y desarrollen las ramas principales del primero. Las ideas que a priori nos
parezcan absurdas se deben tener en cuenta, identificándolas de modo diferente.
(rodeándolas con un círculo, un triángulo, cambiando el color, la dimensión, etc.) Son ideas
que con mucha probabilidad darán lugar a una nueva imagen central.

3. Incubación de ideas.

Llevaremos a cabo la incubación de ideas cuando nuestro cerebro este relajado, lo cual
potencia su capacidad creativa y asociativa.


4. Segunda reconstrucción y revisión.

En esta etapa, el cerebro ya tiene un enfoque general del primer y segundo mapa mental. Es
aconsejable, en este punto, elaborar de inmediato otro mapa mental, con lo cual
conseguiremos una fuente de ideas que consolidará los resultados recopilados en los mapas
mentales anteriores.

5. Etapa final.

Es hora de buscar la solución y tomar la decisión adecuada. Volvemos al pensamiento
creativo original.